No, no estoy hablando del Halloween, sino del trabajo del entrenador.
Hace casi ocho años, cuando recién me inicié en esta hermosa labor de darle forma a los sueños, deseos y metas de los atletas que confiaban en mis conocimientos para cumplirlos, creía fervientemente que estos atletas debían conocer, sin adornos, la verdad sobre su entrenamiento. Aprendí que no es así.
Nuestro trabajo como entrenadores es aprender a motivarlos para entrenar lo más posible, lo mejor posible y apoyarlos de todas las maneras a nuestro alcance, para que sus sueños no se queden en eso.
De nada sirve decirle a un atleta la semana previa a un evento que apenas entrenó un 70% del programa. Tampoco sirve tirarle sus expectativas altas, solo debemos amoldarlas y, eso sí, ser honestos en el tiempo, esfuerzo y recursos que probablemente tomará alcanzarlas; si acaso es una expectativa muy alta, sin duda el solo tenerla empujará al atleta a ser cada día mejor y a romper uno tras otro cada uno de sus límites.
Debemos entender también nosotros, los entrenadores, que en general trabajamos con atletas que se rompen en mil pedazos, todos los días, para cumplir esta pequeña parte de su vida llamada triatlón, maratón o cualquiera de los deportes que gustan practicar.
Es mejor usar unos cuantos trucos para inspirarlos, que romperles la ilusión con una verdad, que al final, puede o no ser exacta.
Liv2Win