Hace unos días veía la serie House en la que el personaje, si no la has visto, es uno que dice lo que piensa sin tapujos, en este capítulo saca la frase: "Be good, get good or give up" que traducido es algo así como "sé bueno, mejora o ríndete" y vi nuestra actividad deportiva muy reflejada.
En el deporte, como en el intelecto, hay personas que tienen cualidades muy naturales, tienen ventajas genéticas; si a eso le agregamos una gran pasión por la disciplina y el gusto por el deporte, que es nuestro tema, pues se hacen deportistas de alto rendimiento o de élite. Qué suerte tener una cualidad genética, identificarla a tiempo y explotarla.
Estamos los que tenemos que trabajar con mucho ahínco para mejorar, y somos los más. Es igual de admirable, o ¿tal vez más? que sin tener cualidades genéticas superiores practiquemos un deporte sabiendo que, si acaso, llegaremos a la meta sin más pena ni gloria que recibir una medalla que le entregan a todos, e insistir en seguir entrenando, participando y buscando ser un poco mejores que ayer.
También están los atletas que al no ver mejora rápida decide mejor renunciar. No tendría nada de malo siempre y cuando no le quede una sensación de frustración o fracaso; si fue un intento sincero de ser deportista, pero se dio cuenta de que el esfuerzo es demasiado, que hay muchas altas y bajas, y que requiere tiempo, dinero y esfuerzo que no siempre sobran, pues es válido buscar otro pasatiempo.
La frase es muy adecuada con sus grises, no es blanco o negro, pero me pareció pertinente transferirla a mi trabajo como entrenadora. Tenemos a los afortunados que nacieron para explotar su genética, a los persistentes que se esfuerzan por mejorar y a los que faltos de paciencia prefieren renunciar.
Yo, como amante del deporte y sin cualidades extraordinarias, les puedo decir que el esfuerzo vale la pena como una serie de pequeños triunfos que le dan sabor a nuestra vida, pero cada cabeza es un mundo y cada situación es diferente.
Mientras tanto, seguimos viviendo para ser mejores, para romper la rutina y para recoger nuestra medalla para coleccionarla como un símbolo de nuestros pequeños éxitos.
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