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  • Foto del escritorKarem Pantin

OBJETIVO, YO

La mayoría de las personas que son atletas lo hacen porque se preocupan por sí mismas y quieren ser mejores, no hay duda. Tiene un componente narcisista. Pero este blog no trata de eso.


El tema de hoy trata de qué tan objetivos podemos ser para evaluarnos. Alguna vez leí en una red social que no debemos decirle a las personas cómo se ven porque ellos tienen espejo y no necesitan nuestra opinión, difiero de ello porque la mayoría carecemos de la objetividad para vernos y juzgarnos como realmente somos. Atletas, que por su experiencia podrían entrenarse solos, siempre les hará falta un componente esencial, el ojo objetivo de la visión externa. Precisamente por eso los atletas profesionales tienen entrenadores, si no, pregúntenle a Lionel Sanders.


Me he dado cuenta que hay tres caras definidas de la objetividad (o la no objetividad)


· El atleta que se ve más fuerte de lo que es. Es el atleta que tiene metas muy altas; pero también es el atleta que trabajará más fuerte por alcanzarlas (si acaso es serio en sus objetivos). Gracias a esas metas altas y a su arduo trabajo mejorará su rendimiento; alcanzar o no sus metas ya dependerá más de la genética, y en muchos casos, de algo de buena suerte ¿El peligro? Que no tenga la fortaleza de aprender de las caídas en el camino, porque cuanto más alta la meta, más duras y más persistentes pueden ser las caídas. Debe controlar la frustración, aprender y continuar su camino. Si llega o no a la meta propuesta deberá saber que lo importante es lo que ha aprendido y lo que ha conseguido en su búsqueda.


· El atleta que se ve más débil de lo que es. Hay atletas que tienen todo para mejorar, pero es su mente la que les pone un sinfín de obstáculos. Simple y sencillamente no se ven triunfando. El peligro es lógico, estancarse en un impasse mental. Son bloqueos mentales que muchas veces son parte de su personalidad, por ello debemos poner mucha atención en el entrenamiento mental que a veces es más complejo que el entrenamiento físico.


· En un tercer grupo está el atleta más objetivo, el que tiene metas alcanzables, lógicas y medibles. Podría decirse que son menos soñadores, pero podrían estar menos expuestos a los tropiezos de los fracasos constantes ¿El peligro? Que no se reten lo suficiente.


El trabajo como entrenadores objetivos que debemos ser, es ayudar a los primeros a mantener al menos un pie en el suelo sin cortarles las alas; a empujar a los segundos a creer en sí mismos; y a encaminar a los terceros para que dejen salir al menos unas pocas plumas de las alas.


¿Fácil? Ni un poquito.




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