Aunque la frase clásica es otra (no eres tú, soy yo) en el mundo del entrenamiento nuestros entrenadores deben vivir con este principio, no importo yo, importa lo que puedo hacer por ti.
Una buena cantidad de entrenadores en México y en el mundo se iniciaron siendo atletas. Como atletas tienen esas características intrínsecas de la competitividad, el ego y, en muchos casos, un antecedente de alto rendimiento.
Pero al convertirnos a entrenadores debemos hacer un giro de 180 grados y dejar de lado estas particularidades para convertirnos en una herramienta de conocimiento y apoyo para transformar a nuestros atletas en lo que ellos quieren y pueden, no en lo que nosotros somos.
No es una transición sencilla para el entrenador, pero sí necesaria. Porque tenemos que comprender que nuestros atletas tienen sus propias metas, sueños, capacidades, inconvenientes, historias, familias y compromisos laborales y personales. Porque nunca falta que los entrenadores creemos que nuestros atletas deben querer lo mismo que nosotros, y no es así. Podemos ser una especie de ejemplo, pero solo eso.
Así que si tu entrenador de alto rendimiento te trata como si tú también lo fueras; o si planea tu año con eventos que quedan fuera de tu alcance; o si por el contrario no explota tus cualidades porque no las entiende, pues es momento de tomar acción. Ya sea que tengas una conversación honesta con él o ella o que busques alternativas. Y sí, sabemos que muchos atletas quieren ser tratados como élites sin serlo y terminan lesionados, con fatiga crónica o con problemas familiares y laborales, así que también es bueno un análisis sincero de nuestras posibilidades que bien puede ser un análisis en conjunto con tu entrenador para que ambos estén en la misma página.
Recuerda que el principio básico del profesional del deporte es:
NO SOY YO, ERES TÚ Y LO QUE YO PUEDO HACER PARA QUE TÚ SEAS MEJOR.
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