Los seres humanos somos complejos por naturaleza, si le agregamos a esa complejidad ser atleta, obtenemos una - o varias - personalidades que pueden ir del soñador al controlador; del que quiere comprender todo, al que solo desea entrenar; del minucioso al libre.
Si a estas características ahora le agregamos las redes sociales y la exorbitante cantidad de información que hay disponible, podríamos encontrarnos con un desastre inminente.
Suma estas dos condiciones previas y será suficiente para entender la necesidad del entrenador que debe encaminar positivamente a los atletas hacia la consecución sana y realista de sus metas a corto y largo plazo.
Pero, ¿es suficiente tu entrenador? La respuesta, en estos tiempos, es no, porque la información es bombardeada por diferentes medios; alguna seguramente contrastará con los principios de tu coach, alguna coincidirá, y otra tanta será simplemente errónea.
Cómo saber a quién seguir, he ahí la dificultad. Deberíamos tener cierto criterio y sentido común, pero a veces es éste el sentido menos común.
Primero, pregunta, investiga, lee, contrasta, descubre quién es el medio y con qué bases comparte información.
Segundo, no solo escuches lo que quieres escuchar. Esto es, si eres el tipo de atleta que quiere entrenar como si fueras profesional, sin serlo, entonces te vas a inclinar por el tipo de consejo que te lleve a entrenar sin medida y sin control. Receta segura para que tarde o temprano te lesiones o te sobre entrenes.
Habrá quien quiere escuchar que puede mejorar haciendo lo mismo todos los días, y buscará la información que se lo confirme. Te estancarás.
Habrá quien odia el ejercicio y encontrará información que le afirme que es malo para la salud o que le causará lesiones. Nota: hace poco pasé de largo por un post que decía que el ejercicio causa aumento de peso.
Incluso hay quién quiere escuchar que se pueden completar eventos de largas distancias entrenando poco, a muy poco, y buscará el medio que le confirme dicha creencia (porque los hay).
Acércate a quien demuestre tener al menos los estudios, la visión y las ganas de compartir el conocimiento, y no solo a quien comparta lo que le funciona individualmente.
Ten cuidado con los influencers que sin recato alguno (muchos de ellos), comparten la receta perfecta para el fracaso.
Abre los ojos, pregunta, investiga y abre tu mente al conocimiento, aunque no sea precisamente el que estás esperando oír.
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